Economía Circular
Javier Pradini, Director de Emaús: “Resulta obsceno que en la actual
coyuntura económica, con altas tasas de desempleo y amplios sectores de
población en situación de exclusión creciente, enterremos o quememos recursos”
23 enero, 2016
Por
Javier Pradini, Director General del Grupo Emaús Fundación Social
Para
considerarnos una sociedad avanzada que busca la sostenibilidad del planeta que
habitamos deberíamos fijarnos en la naturaleza. Mientras las leyes de la
naturaleza se basan en el equilibrio, el desarrollo que estamos promoviendo se
basa en la sobreexplotación de recursos que no son nuestros sino de las
generaciones venideras y, una vez agotada la premeditada corta vida útil de lo
que producimos y fabricamos, generamos una ingente cantidad de residuos que
desechamos irresponsablemente.
Y no podemos mirar para otro lado como si nada fuera con nosotros o aceptáramos inconscientemente que estuviéramos predeterminados a que esto tiene que ser así para que, supuestamente, seamos capaces de vivir mejor, rodeados de lujos artificiales e innecesarios.
Y no podemos mirar para otro lado como si nada fuera con nosotros o aceptáramos inconscientemente que estuviéramos predeterminados a que esto tiene que ser así para que, supuestamente, seamos capaces de vivir mejor, rodeados de lujos artificiales e innecesarios.
La economía imperante busca, ante todo, maximizar sus beneficios sin importarle a costa de qué y de quién. Y esto nos lleva a un callejón sin salida confiando en que la ciencia y la tecnología creen artificialmente tantos planetas como necesidades nos vamos generando.
Frente a esto, va tomando peso un concepto cada vez más extendido que habla de
una Economía Circular. Se trata de cerrar los ciclos y que los propios residuos
se conviertan en los recursos necesarios para poder seguir produciendo sin
necesidad de esquilmar los recursos naturales del planeta.
Antes de la aparición de este concepto, que pretende cambiar la lógica del sistema
productivo, muchas organizaciones como es el caso de Emaús han venido poniendo
en práctica los principios de una Economía Solidaria, que si bien mantiene unas
tesis parecidas en cuanto al cierre de ciclos, pretende incorporar a la gestión
de la actividad económica, la importancia de recuperar la dimensión humana,
social, política, económica y cultural del trabajo que permita el desarrollo de
las capacidades de las personas, produciendo bienes y servicios, para
satisfacer las verdaderas necesidades de la población (nuestras, de nuestro
entorno inmediato y de la comunidad en general).
Desde ambas ópticas, la de la
Economía Circular y la de la Economía Solidaria, denunciamos el despilfarro de
los recursos que tenemos a nuestro alcance: despilfarro en la producción y fabricación
de bienes de consumo (electrodomésticos, muebles, textiles, etc.) y despilfarro
en una ineficiente gestión de los residuos que se generan tras su programada
corta vida útil y que nos llevan a un consumo basado en “usar y tirar”.
Resulta obsceno que en la actual coyuntura económica, con altas tasas de
desempleo y amplios sectores de población en situación de exclusión creciente,
enterremos o quememos recursos que la experiencia ha demostrado que,
gestionados de manera diferente, contribuyen a un Medio Ambiente más sostenible
y solidario con las generaciones actuales y venideras.
Por todo ello, hoy más que nunca reivindicamos un sistema de recogida domiciliaria de aparatos eléctricos y electrónicos, muebles u otros enseres en nuestros pueblos y comarcas. Es una importante fuente generadora de decenas de empleo que no debemos desperdiciar.
Queremos cerrar el ciclo: convertir los residuos sólidos en recursos solidarios.
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